Desde el primer golpe, desde que nació, se dio cuenta que existía en un mundo mágico, lleno de espirales, en un Universo cabalmente cromático. De inspiración, diría yo. Vive en sabiduría, vive en arte, vive en bohemia, vive en cada gota de lágrima que derrama día tras día, por la única especie con tantas analogías, que ni su mente podía imaginar.
Sus cabellos trenzados, escarbados por el sudor, calcinados por el sol de sus ojos. En esas precisas cerdas rojizas se aglutinaba, para desvelarse por olores inexplicables. Se desvanecía por el cedro de su cuerpo, con nostalgia de algo imaginado con resultante desventura.
La caricia y un te quiero yo… el abrazo y una desconsolada lágrima, penetran en lo más hondo del rojo corazón. Poesía inadvertida, surge en raíces que estancan el contacto de las pieles.
-J.M.C.H-
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